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Verdi, el anciano prodigio

Del Falstaff que sucede estos días en el Teatro Real hay que decir lo primero que el público lo pasó en grande, lo que no siempre es el caso, ni siquiera en las óperas que pretenden ser comedias. Sonrisa permanente, risa ocasional: a la gracia de este Falstaffcontribuyen una cadena de artistas con vis cómica, algunos de ellos geniales: el Shakespeare de Las alegres comadres de Windsor, el libretista Arrigo Boito, el compositor Giuseppe Verdi, el director de escena Laurent Pelly y el barítono Roberto di Candia, que es, además, buen actor y compone un Falstaff humano, cercano, casi siempre ridículo, pero nunca grotesco. Además de él, destacó la bonita voz de Ruth Iniesta en Nannetta y la voluntad de frasear y cantar bonito de Rebeca Evans en Alice. A lo largo de toda la ópera, uno esperaba con ilusión las intervenciones de estas dos sopranos. Los demás estuvieron bien, sin ningún bajón. El director musical, Daniele Rustioni, mostró dominio y control de la situación, sin lo cual no hay ópera posible.

Álvaro Guibert, El Cultural

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